Es Estocolmo. Es enero y fuera hace frío.
Es el momento de quedarse dentro y no hacer nada. Oscar Danielsen está sentado en su salón reflexionando sobre una decisión importante: ¿Debería ir a la cocina y prepararse un bocadillo, o simplemente tomar una taza de café? Ha nevado toda la noche y fuera todo está cubierto de blanco.
Volemos a Tailandia y comamos fideos.
En otras palabras, hay tiempo para hablar de su música y del estado del mundo.
¿Por qué los músicos y autores, como él, rara vez adoptan una postura, especialmente en la era del Brexit, Trump, los conflictos con adversarios extranjeros y el cambio climático?
«No creo que a los artistas y escritores nos interese. Y quizás no necesariamente porque seamos narcisistas», afirma Oscar Danielson y continúa:
«Somos como todos los demás. Sabemos que el mundo se hunde, pero no nos importa. No estamos dispuestos a abstenernos de nada. Los golpes rápidos son lo único que cuenta. Volamos a Tailandia y comemos fideos. Sabemos qué hacer, pero no lo hacemos. Lo único que nos importa somos nosotros mismos».
Tal vez no deberías dar por sentado cada palabra, pero es cierto que no hay muchas señales de compromiso político o social en la escena musical de 2019.